
AYER ERA PRIMAVERA

Ayer era primavera
y no calentaba el sol,
pero era fresca la hierba
y era alegre el corazón.
​
Ayer quemaba el verano
cual apasionado amor
y el alma se derretía
disfrutando del dolor.
​
Ayer soñaba el otoño,
nostálgico de calor,
acariciando recuerdos
de cualquier tiempo mejor.
​
Ayer buscaba el invierno
una próxima ocasión
y comprendió, de repente,
que era la última estación.
PODRÍA

Podría pasarme el resto
de mi vida, lamentando,
todo el tiempo que he vivido
únicamente, esperando...
​
Podría hacer una lista
de las cosas que han quedado,
de las cosas que he perdido,
de las cosas que he ganado.
​
Podría asumir errores
sin saberlos cometidos,
podría otorgar perdones
que no me fueron pedidos.
​
Podría sumar nostalgias,
que no dejaron de serlo,
podría restar olvidos
que nunca fueron recuerdos.
​
Podría darme motivos
para alimentar rencores,
lamiendo las cicatrices
de amores y desamores.
​
Podría... pero no puedo,
porque ha pasado el momento,
porque no me quedan ganas,
porque no me queda tiempo...
PASA DE MÍ

Pasa la vida de espaldas,
arañando la pared,
pasa como de puntillas,
pasa, pero no me ve.
​
Como fantasma de niebla,
pasa vestida de gris,
sorda, muda y distraída,
pasa sin fijarse en mí.
​
Deja un rastro de murmullos,
promesas para olvidar,
sonidos de platos rotos,
de puertas que cierran mal.
​
Deja un perfume de arena,
de azúcar que huele a sal,
de recuerdos, de poemas,
de risas por no llorar.
​
Pasa flotando en burbujas
que me rozan sin mojar,
que resecan mi garganta
y me matan de ansiedad.
​
Pasa la vida despacio,
agotada de vivir,
deprisa, pasa deprisa,
la vida, pasa de mí.

ÉRASE UN GATITO PARDO
Érase un gatito pardo,
vecino del arrabal,
que escapando de la lluvia
se refugió en un portal.
​
Callejero y vagabundo,
sin nombre y sin pedigree,
tan sólo con el instinto
de poder sobrevivir.
​
Otra víctima inocente
de la inclemente ciudad,
otra víctima de todos
o de nadie, ¡qué más dá!
​
Unas manos compasivas,
-envuelto en un chaquetón-,
lo llevaron a una casa
que ya nunca abandonó.
​
Ahora le llaman Ronaldo
porque le gusta jugar
por debajo de la mesa
con las miguitas de pan.
​
En seguida se dió cuenta
que viviendo en compañía,
se puede dormir caliente
y comer todos los días.
​
Trepa feliz por los muebles,
monta guardia en el sofá
y algunas veces se escapa
a probar la libertad.
​
Aprendió que le querían
y a dejarse acariciar,
aprendió a ser cariñoso
sin dejarse dominar.
​
Sus ojos inteligentes
nunca dejan de observar,
sabe lo que está pasando
y sabe que va a pasar.
​
Hoy "Su Majestad Rondaldo"
-gatito del arrabal-,
orgulloso y diferente,
es el dueño del lugar.

Y YO NO SÉ QUE DECIR
Como si estuviera viendo
esos cuadros de Dalí...
que yo quiero decir algo...
pero no sé que decir.
​
Me he quedado, raramente,
muda para la ocasión,
cuando te he visto marcharte
como quien va de excursión.
​
Has recogido las perchas
y has sacado del cajón,
tus pijamas, tus camisas,
tu colonia, tu reloj...
​
Has descolgado las fotos
de tus mejores amigos,
de tus novias, tus colegas,
tu pasado, tu destino...
​
Y en la mochila del "cole"
-de un azul descolorido-
has guardado tus recuerdos,
tus secretos, tus olvidos.
​
Sin fiesta de despedida
te vas de tu habitación,
y la lámpara del techo
me mira sin compasión.
​
Una lágrima agridulce,
silenciosa se ha escapado
y he murmurado tu nombre
pero no lo has escuchado.
​
La soledad se ha sentado
conmigo, pensando en tí,
sobre tu cama vacía...
y yo no sé qué decir...

EL MEJOR COMPAÑERO

Cuando en la casa quedamos
solo los muebles y yo,
lacónica y sutilmente
resuena a mi alrededor.
​
Es un murmullo cercano,
como un lejano rumor,
como el eco transparente
de una transparente voz.
​
Por debajo de las puertas
se desliza su canción,
como un gemido que escapa
ahogado, pero feroz.
​
Enemigo cauteloso,
me espera en cada rincón,
confidente generoso
nunca me dice que no.
​
A veces creo que existe
solo en mi imaginación,
y a veces es tan certero
que hasta siento su calor.
​
Dejé de tenerle miedo
para tenerle afición,
es mi mejor compañero
y, a veces, mi salvación.
ESCAPARME

En silencio, poco a poco,
hasta desaparecer,
como el vapor de la lluvia,
cuando deja de llover.
​
Como esa pasión secreta
que me abrasó sin arder,
como ese dolor antiguo
que me dejó de doler.
​
Desprenderme de mis manos,
descalzarme de mis pies,
abandonar mi cabeza,
guardar, doblada, mi piel.
​
Sin este cuerpo que pesa,
que cada vez pesa mas,
que me ahoga sutilmente
en un abrazo mortal.
​
Sin memoria, sin cadenas,
sin maletas que arrastrar,
con la sola compañía
de la etérea soledad.
​
Escaparme convertida
en una estrella fugaz,
en una sombra de luna
sobre las olas del mar.
EL MIEDO

El miedo vive conmigo
aunque nunca le invité,
respira junto a mi oído,
pero no se deja ver.
​
A veces creo, inocente,
que se ha marchado de aquí
y de pronto reaparece
y se apodera de mí.
​
Vuelve con toda la angustia
que siempre recordaré
y se agarra a mi garganta,
sin poderme defender.
​
Juego al juego de ignorarle,
tratar de sobrevivir,
con su siniestra presencia,
planeando sobre mí.
​
Le suplico que se vaya,
mientras rezo una oración,
mientras ando por la calle,
mientras canto una canción,
mientras sigo con mi vida,
mientras me calienta el sol,
mientras escribo mis versos,
mientras camina el reloj.
​
Pero es insensible y frío
y no se apiada de mí
y presiento que le gusta
que no pueda ser feliz.
​
La voz del miedo es suave
y solo la escucho yo,
¡tendrías que estar muy cerca,
para entender mi temor!

LA NANA
Cuando mis labios guardaban
esencias del mes de Abril,
yo te cantaba una nana
para ayudarte a dormir.
​
"Duérmete niña mía,
no tengas penas,
que voy a regalarte
la luna llena.
​
Que te cuida tu madre,
no tengas miedo,
que el "coco" no se acerca
mientras yo velo.
​
Que te mima tu madre,
no tengas frío,
que mis brazos amantes
serán tu abrigo.
​
Duérmete niña mía,
con alegría,
que cuando te despiertes
será de día".
​
...Y tú te despertaste y amaneció,
mi corazón de otoño, se marchitó,
pero cuando te duermes, yo sigo ahí,
cantándote la nana que te escribí.